La inexorable condición humana

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ENSAYO PRIMERO: Ser barro



Todos llevamos dentro el peso de nuestra fragilidad, de conocer el desamparo, el frío, la soledad, de haber caminado sin la espera de encontrar un rostro amable, una mirada salvadora, solo oscuridad y barro...robles de barro, casas de barro...gente de barro. Así nos moldeamos, como dioses, cual arcilla, deteriorados por la hostilidad de la intemperie; unos a otros, iguales y ajenos, lejanos. Vos y yo mezclemos nuestra arcilla hasta que no se vislumbre ni principio ni fin...





ENSAYO SEGUNDO: Ser sangre


Siento las manos inquietas, buscan tu cuerpo, calor, actos de sumisión. Vuelve revuelta la sangre, mecanismos de acción de esta pasividad que quiere transformarse en pasión. Pequeñas cuotas de esta vida que me traen una felicidad evasiva, esquiva, inconstante; por momentos intoxicante, otras anhelante. Será que quiero tenerte, saberte incondicionalmente mía, no prestarte, entregarme a tus caprichos mas convulsos, amarte.
Cada gota de sudor que corre por mi frente, cada espasmo que se genera en mi cuerpo, cada ridículo gesto que contorsiona mi cara es despertado de los mas oscuros suburbios de mi alma por el roce de tu cuerpo, tu sutil manía de atravezar mi mirada, de querer pasearte en mi cerebro con la sola intensión de abrazarlo.

PEQUEÑO VIAJE

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Escribir
          con el silencio más profundo
con mi verdad mas atroz.
Andar de a versos 
con la raíz al aire.
Arrancarle al alba su razón de lince
disolverme en arpegio melancólico.
Palpar mis llagas
                        apuñalarme a palabras.
Iniciar por fin el viaje
                               pronunciarme
                                         declarmarme
                                               reclamarme.
Mudarme apenas,    al contorno de tu boca.                        

Loca Yo?

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    Nadie está exento de la locura, dice una canción, y tal vez esa sea la razón por la que nos da tanto miedo acercarnos a un loco.
   El sábado fuí a una muestra de diversas expresiones artísticas, producidas por pacientes de neuropsiquiatricos de toda  Latinoamérica. En el lugar había fotografías, pinturas, esculturas, poesía, música, teatro, visitantes, curiosos y locos. Todo esto en un solo ambiente y con una distribución bastante anárquica.
   Las obras, mas allá del valor artistico de unas u otras, me generaron fundamentalmente dos sensaciones. Por un lado, la intensidad que irradiaban me seducía al punto de intentar descifrar cada trazo, cada palabra. Por otro lado me sentí abrumada, como si necesitara tener la certeza de que la puerta del teatro estaba despejada y que de un momento a otro iba a abandonar el lugar para continuar con mi vida. Lo curioso es que la mayoria de las obras hablaban de lo mismo: del encierro, del de adentro y del de afuera. Del derecho a sentir, de que les quiten la mordaza química. Al pie de una escultura una leyenda reclamaba: "Devuélvanme mi angustia". De pronto el discurso de los  "insensatos" adquirió para mí una coherencia inquietante. No son estos, después de todo, derechos inalienables de todo ser humano? El derecho a sentir, a decidir, a la libertad. Dostoievski sentenció desde el Diario de un escritor: "...¿No es encerrando al vecino como se convence uno del buen sentir propio?..."
   Hace unos días C. me dijo que ella siempre había pensado que su destino era la locura y me preguntó si a mi no me pasaba lo mismo, a lo que yo respondí inmediatamente que no. Hoy mientras rememoro lo que vi y sentí, la pregunta insiste y ya no hay certezas en la respuesta.

Presentación

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         Creo que estos tiempos que corren me han puesto una capa de barniz en los sentidos y en el alma, me han impermiabilizado la azotea. El por qué, no lo podría precisar con exactitud aunque lo supongo. Seguramente la excesiva exposición a la información constante, que nos  aturde los sentidos.  La casi imposible vorágine en la que se ha convertido mi rutina diaria - y la de la mayoría- y por consecuencia la falta de espacio tanto físico como mental para detenerme a reflexionar o a asimilar las cosas. En fin, sea cual fuera la causa que pese más, el resultado es el mismo. Paradójicamente en el  siglo de la comunicación cada vez me siento mas desconectada del mundo y de mi misma. Intuyo que esto nos pasa en mayor o menor medida a todos.
         Sin embargo, siento que no todo esta perdido. Hay un punto, una línea, una hendidura que agrieta, por momentos, esta muralla. Un pequeño espacio, casi irrisorio,  por el que se filtra de a gotas el mundo. Pero a la vez en ese lugar, partes de mi se vierten sobre todo y es en esa mágica intersección donde nace la posibilidad del cambio, de la creación. Es allí donde puedo aún conmoverme.
         Un intersticio fronterizo entre el adentro y el afuera, entre vos y yo, entre mi pensamiento y el sinsentido.

En la linea

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En la linea exacta
en la frontera
en el borde mismo de tu boca
o de la mía
transmutando el horizonte, el contorno.
Con palabras mudas
nutridas de antiguos ecos
inscriptos en edades
en infinidad de puntos
al unisono.

Un puente irremediablemente intenso
que mi mano atraviesa
con voluptuosa sensualidad
de temblor último.
Esta aquí tu tierra
está la mía
no hay jurisdicción posible
solo la necesaria intersección
que fusiona la llovizna y la luz
y profetiza un arcoiris.